La infelicidad emerge como una emoción que surge cuando sentimos que no podemos alcanzar la felicidad plena, ya sea por la ausencia de algo o alguien, la falta de complemento en nuestras vidas o algún obstáculo que nos impide alcanzar la felicidad genuina.
Un estudio reciente sobre ansiedad y depresión pone de manifiesto que en muchos casos, la obsesión por perseguir la felicidad puede ser precisamente lo que nos lleva a la infelicidad. Es decir, la presión social que proviene de nuestro entorno para ser felices puede generar un impacto negativo que nos lleva incluso a la depresión.
Las mujeres que presentan estos síntomas tienden a ser demasiado autocríticas. Se encuentran en un ciclo constante de lamentos por sus propias circunstancias. Suelen ignorar las perspectivas de los demás y magnifican las adversidades. A menudo, crean una realidad alternativa idealizada y sécula. En especial, tienden a culpar a otros: amigos cercanos, parejas, familia, sociedad e incluso a entidades como Dios, para evadir la responsabilidad.
Su refugio es la zona de confort. El cambio parece necesario. Este victimismo se convierte en un bucle de negatividad, culpabilidad y tristeza. Esta actitud les permite mantener la atención en sí mismos, pero también las paraliza y les impide evolucionar.
La necesidad de aprobación ajena es una constante. La incapacidad para tomar decisiones propias conlleva frustración y miedo a los juicios de los demás. Esta búsqueda de validación perpetúa la negatividad y la sensación de desdicha.
Otra faceta importante es la necesidad de validación física. Las mujeres infelices se comparan y se sienten inseguras debido a sus propias percepciones sobre su aspecto. Prestan demasiada atención a la imagen y el estatus, extreman los estándares sociales de éxito y belleza. Aunque es esencial cuidar la apariencia y la salud, ¿Qué ocurre con la esencia y la autenticidad? ¿Por qué actuar así? ¿Qué subyace bajo su comportamiento?
Quizás, explorando su interior, encuentre que sus insatisfacciones no siempre están relacionadas con factores externos.
La mayoría de estas mujeres no viven en el presente. Están atrapadas en cómo eran en el pasado o anhelan un futuro utópico. La comparación y la envidia en torno a lo que otros tienen, y ellas no, subyacen en gran parte de su infelicidad. Siempre siente que «la hierba es más verde al otro lado», perdiendo el control de su propia vida.
Esta superficialidad las lleva a enfocarse en posesiones ajenas, creyendo que ahí reside la felicidad. Observan a mujeres exitosas, ricas y famosas, deseando esos logros materiales. Esto es llamativo, ya que he presenciado cómo las conversaciones entre mujeres giran en torno a estas superficialidades. Emiten juicios sobre otras sin conocerlas, necesitadas en bienes materiales y estatus. Sin considerar quién es realmente esa persona detrás de la fachada.
El pasado paraliza y te hace entrar en pánico, miedo. Y el futuro crea ansiedad e inseguridad.
Las creencias y limitaciones que te paralizan y no te dejan avanzar para delante. La mayoría vienen de la niñez cuando vas absorbiendo tu entorno, lo que hacen, lo que dicen, cómo actúan, cómo se comportan, vas absorbiendo como una esponjita que va penetrando en tu personita hasta que se convierten en creencias y verdades absolutas para esa niña, que te afectan cada vez más según te vas haciendo mayor e inconscientemente las aplicas sin darte cuenta. A veces son las causantes de que no crezcas como adultas, como un ser libre y pleno en tu madurez.
Mucha de la infelicidad, del vacío de sentirse desmotivada, desorientada, frustrada, desencantada, se centra en lo que no poseen, eso que quieren, que tienen los demás y ellas no tienen.
¿Podría ser que veamos en otros aspectos reflejados de nosotras mismas? Sí, somos espejos que reflejan tanto lo positivo como lo negativo.
Moverse por deseos materiales y posesiones no es saludable para la autoestima. ¿Qué sucede cuando no se posee lo deseado? ¿Cuáles son las consecuencias? Es similar a descorchar una botella de champán: al principio hay efervescencia, pero luego queda un poso que se vuelve amargo con el tiempo.
Venimos a la vida sin nada y nos vamos sin nada, cuanto más ligera viajes y te deshagas de las mochilas, más libre volarás.
¿Realmente el materialismo conduce a la felicidad? Aunque el dinero es útil, el deseo insaciable y la envidia son los que conducen a la infelicidad.
La búsqueda de la felicidad implica reconocer y nutrir nuestro ser interior. La verdadera plenitud surge al conectar con nuestro ser superior, espíritu o esencia. Reconociendo esto, comenzamos a brillar.
Ser feliz es una elección que reside en el interior. No hay excusas. El alma de las mujeres prevalece, especialmente cuando nutrimos nuestro ser superior y cuidamos nuestra alma. Al hacerlo, alcanzamos un estado de satisfacción física y espiritual, una alegría profunda y serena. Un estado en el que nos sentimos completos y en armonía, con ánimos renovadores y una actitud más ligera y auténtica. Todo esto es posible.
Si decide seguir por el mismo camino, es tu elección. No obstante, siempre estás a tiempo de crear una vida auténticamente plena y feliz.
Realiza actividades que te llenen de paz y satisfacción. Mantente fiel a tus valores y, sobre todo, a ti misma. Reconocer quién eres puede llevar a la paz interna ya una sensación de plenitud que quizás nunca antes experimentes.
No busques fuera de ti; la transformación comienza desde dentro.
Cuando cambias tu mundo interior, las máscaras caen y las opiniones ajenas pierden relevancia. Comienzas a tomar decisiones ya actuar conforme a tu verdad. Así, una vida soñada desde la infancia se convierte en realidad y los milagros empiezan a suceder.
La felicidad reside en la introspección. Aunque enfrentar heridas puede ser doloroso, abrazarlas y aceptarlas abre la puerta a la sanación. A medida que las vendas caen y ves con claridad, empiezas a armar el rompecabezas y la magia comienza.
Se trata de reconectarte con tu esencia, tu ser interior. Comprender tu camino y reencontrarte a partir de tu auténtico yo. Diseñar la vida que anhelas y mereces para Reinventarte desde lo que eres de verdad.Emprender un nuevo camino de vida.
Tienes el poder y la capacidad para el cambio que buscas.
Se trata de tomar la decisión por ti, para ti.
¡El arte de amarte y ser fiel a ti misma te llevará a brillar con luz propia!